El diente se compone de cuatro tejidos dentales. Tres son tejidos duros: esmalte, dentina y cemento. El cuarto, la pulpa, está en el interior del diente y contiene vasos sanguíneos y los nervios.
La desmineralización es la pérdida progresiva de los minerales que componen el esmalte dental. Sucede a un pH bajo, alrededor de 5.5, en el cual las partículas cristalinas que componen el diente se disuelven debido a la presencia de ácidos orgánicos que generan las bacterias de la cavidad oral.
A su vez, existe el proceso de remineralización, que puede ocurrir naturalmente con los depósitos de iones calcio, fosfato y otros minerales que provienen de nuestra saliva. Estos iones tienen la capacidad de reducir lesiones muy incipientes, hacer la estructura dental más resiste frente a la caries, y, por tanto, frenar su progresión. Por otra parte, el empleo de pastas dentales específicas puede favorecer el proceso para reforzar la estructura.
Existen muchos factores que pueden alterar la producción de saliva, así como la calidad de esta, es por ello que siempre hacemos un análisis de la composición y propiedades de la saliva, ante cualquier tratamiento que vayamos a realizar.