Los desgastes dentales son la pérdida progresiva de la capa más externa del diente, el esmalte. Si el desgaste avanza, llegará a la dentina, que es una estructura mucho más blanda y que se desgasta más rápido que el esmalte.
Las consecuencias del desgaste dental son estéticas, funcionales y masticatorias, y frecuentemente conllevan un aumento de la sensibilidad dental.
Hay tres tipos de desgaste dental según la causa que lo origine:
- Atricción: Es el desgaste mecánico producido por el roce de diente contra diente, asociado a maloclusión y con mucha frecuencia al bruxismo nocturno o de vigilia (diurno). Se observarán dientes más aplanados.
- Abrasión: Es el desgaste por agentes mecánicos externos, como puede ser una fuerza excesiva de cepillado.
- Erosión: Su origen es químico. Es el desgaste provocado por los ácidos, que pueden venir de la dieta (cítricos, bebidas energéticas…) o incluso de nuestro propio organismo, cuando existen problemas de reflujo gástrico.